Época: Grecia Arcaica
Inicio: Año 632 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
Atenas



Comentario

Así, durante el primer siglo del arcaísmo, en Atenas crecía la actividad marítima, puesta de relieve principalmente por la existencia de la cerámica exportada. Ello facilitaba los contactos, al menos por parte de algunos sectores de la población, con otras ciudades y centros panhelénicos de donde, junto con las ganancias, procedían también los impulsos paralelos que podían favorecer los intentos de cambio. Es el caso de Cilón, que muy probablemente hacia el año 632 llevó a cabo un intento de instaurar la tiranía en Atenas. Según Tucídides, era vencedor en alguna prueba olímpica, como hombre de origen noble y poderoso dentro de la ciudad. Está, pues, encuadrado en la aristocracia que ejercía su poder a través de los mecanismos que permitía la ciudad del momento y que, a través de su participación en los juegos de Olimpia, obtenía un prestigio dentro de la ciudad que podía proporcionarle el manejo de los mecanismos de control. Además, se había casado con la hija de Teágenes, el tirano de Mégara, con lo que no sólo define su encuadramiento como miembro de la parte de la aristocracia tendente a rivalizar por el poder, aunque para ello hubiera que romper las solidaridades de la clase y apoyarse en fuerzas equivalentes del exterior, sino que, al mismo tiempo, adquiere esos apoyos a través de las solidaridades panhelénicas heredadas de los métodos heroicos de la aristocracia, en que la hospitalidad entre familias podía llegar a estar por encima de los enfrentamientos bélicos. Cilón se apoyaría en Teágenes y en sus propios amigos del interior de Atenas. Sus métodos son, pues, los de la aristocracia, aunque hubiera de controlar grupos marginales para luchar frente a otros de la misma clase.
Cilón consultó al oráculo de Delfos, institución que, como la Olimpiada, representa el panhelenismo aristocrático y con la que, en sus primeros momentos, los tiranos sostienen relaciones normales hasta que se vio que los intereses generales de la aristocracia iban por otro camino. La Pitia le aconsejó que ocupara la Acrópolis de Atenas el día de la fiesta mayor de Zeus. Cilón, en su calidad de vencedor olímpico, interpretó que se trataba de las Olimpiadas, fecha en que pudieron acudir de los campos a oponerse a sus intentos, y los nueve arcontes organizaron el asedio que acabó con la huida de Cilón y la muerte de algunos de sus colaboradores, a pesar de haberse refugiado en lugar sagrado. Ello fue motivo de que los Alcmeónidas, que habían organizado la represión, tuvieran sobre sí la mancha del sacrilegio, recordada cada cierto tiempo como arma contra el genos o contra Atenas, pero también de que adquirieran fama de ser los adalides de la oposición a la tiranía.

Dicen que Cilón tenía que haber elegido la fecha en que se celebraban las Diasias, la mayor fiesta de Zeus en Atenas, dedicada a Zeus Miliquio, a quien se hacían ofrendas no sangrientas y en el campo, porque de este modo los atenienses se habrían encontrado fuera de la ciudad. Al margen de las rivalidades gentilicias y de las implicaciones panhelénicas, también el campesinado ático desempeñó un papel al oponerse a un intento que posiblemente se apoyaba en las novedades que se producían dentro de la población urbana, sin que el campesinado pudiera percibir las ventajas.